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La bestia del Baical : La Odisea Rusa (escrito en grafía moderna), Volume 1

By Valentino

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Book Id: WPLBN0100000164
Format Type: PDF eBook:
File Size: 0.3 MB
Reproduction Date: 08/01/2008

Title: La bestia del Baical : La Odisea Rusa (escrito en grafía moderna), Volume 1  
Author: Valentino
Volume: Volume 1
Language: Spanish
Subject: Non Fiction, Naval Science, Oceanografia
Collections: Authors Community, Science Fiction
Historic
Publication Date:
2008
Publisher: Self-published
Member Page: Valentino -

Citation

APA MLA Chicago

Valentino, B. (2008). La bestia del Baical : La Odisea Rusa (escrito en grafía moderna), Volume 1. Retrieved from http://www.gutenberg.us/


Description
–Señores: bienvenidos. Dejaré a un lado los formalismos i expondré sin tapujos el objetivo de nuestra misión: desvelar el misterio ce rodea las desapariziones de barcos en el lago Baical, situado al sur de la Siberia. Ese será el objeto de nuestra tarea, i estos son los motivos ce nos mueven a realizarla: El Baical, cuya riceza ecolójica es extraordinaria, es, además, una de las mayores fuentes jeneradoras de riceza económica de la rejión. Desgraziadamente, en los últimos dos años, una serie de naufrajios, inexplicables, an azotado a las embarcaziones comerziales ce lo navegan, auyentando a los comerziantes, industriales e inversores, provocando con ello una depresión finanziera local ce tiene aflijido al Gobierno ruso, cien ve con tristeza un declive terrible en la captazión d´impuestos. Estando las cosas así, el Gobierno, por medio de l´Armada, a contratado los servizios de la Soziedad d´Investigaziones Marinas, para ce´l misterio sea desvelado d´una vez por todas. Todos asentimos, en verdad agradezidos por las juiziosas palabras de Xernov. »Se nos ´asignado un fondo estatal para ejecutar dixas investigaziones. I lo primero ce se me a ocurrido a mí, grazias al consejo de mi amigo Dimitri Pavlovix, es contratar los servizios del señor Bruno Colono, reconozido ozeanógrafo, de cien conozco a la perfexión sus trabajos. La materia d´estudio es vasta, señores, pues el Baical, con sus 1,600 metros de profundidad, compite fázilmente en profundidad con cualciera de los mares del mundo. Las monografías del señor Bruno Colono sobre´l fondo marino nos aorrarán gran parte del trabajo redundante en nuestras indagaziones. Esto justifica su presenzia en el ecipo. Exploraremos, entonzes, la fisura continental, llamada “la Fosa del Baical”, sísmicamente activa estos últimos años, así como las grandes formaziones de roca ce descansan en el lexo marino, sospexosas de poseer propiedades altamente magnéticas, i sus posibles efectos sobre las embarcaziones». Abía estado tan conzentrado escuxando las palabras de Xernov, ce no abía advertido ce Dimitri, gran afizionado al buen vodca i las mujeres, me abía estado giñando un ojo, aziéndome muecas con la boca, “Na zdoróvie, na zdoróvie”6, señalándome con el pulgar i´l dedo índize la direxión d´un conozido bar ubicado atrás de la Plaza Roja. “¡Tost, tost!”7, parezía dezir con exijenzia. Pero me negé, cería ir a descansar. En l´abitazión, estudié los informes de la Soziedad sobre los fenómenos, i no me sorprendió saber ce, según su ipótesis, culparan a la continúa actividad sísmica de la fisura continental por las catástrofes. En otros, responsabilizaban a los vientos uracanados ce arrezian en la temporada d´otoño. Ubo uno de sus reportes ce me llamó la atenzión: el ce trataba sobre las grandes formaziones de roca, supuestamente de magnetita, asentadas zerca de la fisura.

Summary
El día 15 d´enero de dos mil siete, luego de realizar unas investigaziones en el subsuelo del valle de los emperadores en Méjico, tras un incomodo viaje de tres oras en un viejo bimotor Tucano, aterrizaba yo en l´isla de Roatán, en el Caribe zentroamericano, cuando rezibí l´alerta d´un correo de voz en mi zelular: «Mi estimado Bruno Colono, es urjente ce te contactés conmigo. Tu presenzia en Moscú tiene carácter obligatorio. Llamáme lo más pronto posible para cordinar tu llegada con el personal de la Soziedad d´ Investigaziones Marinas. Tu amigo, Dimitri Pavlovix». Efectivamente, era la voz eslava, potente e impensablemente lírica, de mi amigo Dimitri. Recordé ensegida los días de juerga en tierra rusa, embebidos de vodca i mazurca en las cantinas de la graxevca1, donde solíamos rezitar los poemas de Puxkin i reírnos a carcajada batiente por la grazia de los cuentos d´Afanisiev. ¡I cómo olvidar a la dulzísima Olesia, esa novia tan perfecta, una barbie, ce dejé con el mayor de mis pesares en casa del patriarca Abramovix! Fueron mis mejores tiempos. En esos fabulosos días, Dimitri i yo abíamos exo exploraziones en los rifts del Atlántico, finanziadas por el gobierno ruso, cartografiando los fondos abisales, midiendo sus profundidades, para dar paso a las instalaziones de cables de fibra óptica ce conectarían a ese país con el resto del mundo. I lo ce´s más sorprendente, abíamos exo estas inmersiones con la ayuda d´un antiguo batiscafo, el Tresler, una relicia de los tiempos del gran Piccard.

Excerpt
–Bruno, vení, azercáte. Observá el radar uno. ¿Ves esos otros puntos allá, en el fondo, zerca de las formaziones de granito? ¿Los ves? Creo ce son restos de embarcaziones… –¡Eureca, Bruno! ¡Es un zementerio marino! «Bruno», escuxé por el audífono, «Soy Xernov. No entrés a la fisura. Volvéte. El sonar me indica ce una gran masa se azerca a ustedes. Esto no me gusta. ¡Esperá! El SAR me dize c´esa cosa empieza ´azender del fondo abisal. Va´zia a ustedes. ¡Lárgense d´allí en este momento, Bruno! ¡Es una orden!». «Vamos, Xernov», le contesté, «No es más ce una roca. Nosotros ya emos detectado sus movimientos por medio del sonar dos. D´exo, ya la estoi apuntando con los reflectores. No te preocupés, ombre, dejános investigar, ce ací todo marxa bien. Por zierto, dezíles a los de l´Armada ce vayan aflojando la xecera. Emos encontrado un zementerio d´embarcaziones. No tardáremos en localizar al Seejund». Segía apuntando perpendicularmente. ¡No se ve nada, Dimitri! ¡La gran roca se azerca, Bruno! ¡A zien metros! ¡Apuntá, apuntá más abajo! ¡Segí apuntando con los reflectores! Saca aora la cabina autónoma de la nave para captar mejor la imajen. Ésta se eleva despaziosamente en medio de las burbujas. Listo. Focos en posizión. «Bruno», volví a escuxar por el intercomunicador, «¡No te lo estoi pidiendo de por favor! Regresá. No sabemos cuánta potenzia magnética pudiera estar conzentrada en esa piedra. No deseo perder el Ictíneo. Es un ecipo caro. Enviaremos una sonda para c´investige los restos de barcos. Volvéte. ¡I es una orden!» «Está bien, Xernov. Como vos digás. Volveré a la superfizie». ¡Cién entiende a los rusos! Dimitri, aziende. A unos cuantos metros de la fisura continental, a dos pasos del zementerio d´embarcaziones, sentía, azerbamente, ce´l Seejund se me escapaba de las manos. Pero pudo más la curiosidad. Volví a apuntar con los reflectores. Por desgrazia, la iluminazión interna del Ictíneo reflejaba nuestras propias figuras en los cristales, impidiéndome tener una visión clara del exterior. ¡Maldizión! Apoyé el rostro contra los vidrios elados, encombando las manos, i descubro, sobresaltado, una ajitazión por entre las aguas fulijinosas. ¡Es la roca azercándose!, pensé inmediatamente, ¡No tendremos tiempo para evitar el impacto! ¡Dimitri! Me serené. Nezesitaba d´un juizio más moderado. Volví a llamar a Dimitri, pero esta vez calmado. Vení a ver esto, amigo. ¿Cé ves? Nada. ¿No detectás cambios en la corriente idrotermal, cizá una lijera turbulenzia? No. Esperá. Dejáme observar detenidamente. Sí, aora creo c´empiezo a verlo bien. ¡Por Dios Santo, Bruno! ¡Unas fauzes monstruosas se abalanzan contra la cabina!

 
 



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